El lenguaje y sus formas
Sinestesia Salvaje. La noche más fría del año, La llamada, la ESMA, al altercado, la duración de los partidos, la derrota, la inteligencia artificial, la película de mi amigo y mucho más.
Se viralizó un video en el que un nene cordobés de seis años va a lo de un amiguito del barrio y al ver al papá lo saluda con un: “¿qué hacés Barzola?” y le pregunta si está el Antonio para invitarlo a jugar a su casa. “Está lloviendo, ¿a qué van a jugar?”, le pregunta el adulto mientras filma la situación. “Vamos a comer pochoclos, a comer panchos”, le dice el nene. Lo de jugar a comer pochoclos y panchos es gracioso, pero sin dudas lo fuerte del video es el “¿qué hacés Barzola?”, dicho como si en vez de un nenito en cueros y descalzo fuera un hombre de sesenta años saludando al dueño del bar de la esquina. El efecto del uso del apellido pierde algo de fuerza si nos enteramos de que este Barzola es llamado así por buena parte de la ciudad porque es un relator de fútbol conocido. Pero recobra fuerzas si pensamos que, aun siendo el padre de su amigo, el nene sigue llamándolo de esa manera. El lenguaje y sus formas son de las mejores cosas que creamos como humanidad.
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En la noche del viernes más frío del año Excursionistas juega su peor partido de la temporada. En el entretiempo como unos ochenta gramos de queso de máquina que el policía de la entrada no me secuestró en la requisa. A los veinte minutos del segundo tiempo Flor dice que tiene hambre y frío y casi abruptamente me saluda para volver a su casa. Fausto está en otro sector de la cancha. A los cinco minutos viene el gol de Midland. Me siento abandonado y derrotado. Faltando 15 me voy atrás del arco. En el minuto 93 Excursio empata pero yo no lo festejo: había que ganar. Por el chat de Instagram me llega el mensaje de alguien que vio el partido por televisión y me dice: “buenísimo!”. Ni siquiera eso me hace sonreír y me voy a la cama sin reforzar la magra cena. A la noche sueño que Flor me abandona.
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Los lunes son los días en que me tomo seis colectivos y tres trenes (uno del San Martín, uno del Sarmiento, uno del Mitre). A la noche del lunes pasado me quedé sin saldo en la SUBE y tuve un altercado con un chofer de la línea 118 porque me hizo bajar en la avenida Pueyrredón sin piedad ni compasión. Le dije que actuaba como si fuera el dueño de la empresa aunque era un laburante como yo y más cosas irreproducibles y bajé al frío de Once sin saber si tenía efectivo para cargar la tarjeta. La noche anterior no había podido ni pegar un ojo después de empezar a leer La llamada, el nuevo libro de Leila Guerriero.
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Alberto “Gato” González (el “segundo papá” de la vicepresidenta Victoria Villarruel) es un ex marino que durante la dictadura militar fue el capo de los sótanos de la ESMA en donde fueron secuestradas, torturadas y asesinadas miles de personas. En La llamada, González es apuntado por Silvia Labayru −una secuestrada que por entonces tenía veinte años− como el hombre que la violaba sistemáticamente. Con las mismas manos con las que torturaba, violaba y asesinaba, González escribió dos libros que fueron firmados por Victoria Villarruel, quien gracias a esos libros obtuvo notoriedad entre los civiles y los militares reivindicadores de la dictadura. Y esa notoriedad la llevó a enrolarse en un partido bautizado “La Libertad Avanza” y a ser vicepresidenta de la nación.
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Vi El caso Asunta, una serie de Netflix basada en un caso real: el asesinato de una chica china de doce años que había sido adoptada por un matrimonio español de la ciudad de Santiago de Compostela. Al día siguiente vamos a almorzar con Flor a un restaurante a la esquina de su casa y vemos a una chica china de unos treinta años en la mesa de al lado que me hace pensar en Asunta y en unos segundos imagino toda una secuencia: yo le digo a Flor “mirá, es parecida a Asunta” y la chica me escucha y me grita que soy un maleducado y un discriminador y me escracha públicamente en las redes sociales y aparezco en memes junto a la canciller discriminadora de chinos Diana Mondino. Después, cuando la chica se va, le cuento en voz muy baja a Flor esa fantasía negativa que tuve y ella me confiesa que al verla también pensó en Asunta.
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Nos tratamos de usted, nos vestimos con formalidad, exageramos respeto y cortesía, para tratar de camuflar lo máximo posible que todo el tiempo nos atraviesan la mente pensamientos inconfesables, o al menos incorrectos.
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Los partidos de fútbol duran lo mismo que hace un siglo: 90 minutos. No entiendo cómo, si en estos cien años la capacidad y la resistencia física de los jugadores se desarrollaron exponencialmente, nunca se planteó la posibilidad de alargar la duración de los encuentros. Si en 1930 un jugador promedio podía correr 90 minutos, hoy, que entrena muchísimo mejor y se alimenta de un modo mucho más sano, podría correr tranquilamente 120 minutos o más con la misma intensidad. Como espectador, noventa minutos me parece muy poco. Y la cuenta regresiva, cuando promedia el segundo tiempo, me resulta angustiante.
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Al comienzo de la semana comentamos con Flor la separación de Emilia Attias y el Tuco Naim porque hace un par de años vimos Una sola noche, la película protagonizada por ellos dos que de alguna manera ilógica llegó a fascinarnos. Otro día, jugando a verificar el nivel de fruta de la inteligencia artificial, le pregunto al chatgpt por mi primer libro y por obras de algunxs de mis escritorxs y cineastas favoritxs. Y en un principio el nivel de fruta resulta alto. De Los estantes vacíos dice que “aborda la memoria histórica y la búsqueda de verdad en torno a los crímenes del franquismo en España”. De Estrategias de puercoespín de Florencia Sokol dice que “aborda la temática de las relaciones humanas y la intimidad desde una perspectiva poética y reflexiva” (no está tan mal), y de la película Emilia de César Sodero dice que “narra la vida de Emilia Attias, una mujer argentina que vivió en la primera mitad del siglo XX y fue reconocida por su activismo social y por ser la esposa del político Juan B. Justo”. Pienso en mandarle la captura de pantalla a César pero al final decido que lo vea por acá. Ahora, domingo a la mañana, vuelvo a preguntarle al chat por la misma película y noto que, tal vez por haber escuchado mis quejas, ya investigó mucho mejor de qué se trata, porque me cuenta:
La película "Emilia", dirigida por César Sodero, es un drama argentino que sigue a Emilia, quien regresa a su pueblo natal en la Patagonia después de haber intentado establecer una carrera en Buenos Aires. Se reencuentra con su familia y sus amigos, y comienza a confrontar las decisiones y circunstancias que la llevaron a ese punto de su vida. La película explora temas como el fracaso, la identidad, y las expectativas personales y familiares. A través de su regreso al hogar, Emilia se enfrenta a sus propios sueños frustrados y a la necesidad de redescubrirse a sí misma en un entorno que le resulta familiar pero que también ha cambiado en su ausencia. La narrativa de "Emilia" se desarrolla en un tono introspectivo y melancólico, resaltando la belleza y la soledad del paisaje patagónico.