Meditaciones metafísicas en torno al fútbol
El Toro de Alem 1089, goles inolvidables con el empeine, mi viejo y el Chivo campeón; Descartes, Excursionistas, la razón y el sentimiento.
Lautaro Martínez tiene quince años y está alentando a Liniers de Bahía en una final de la Liga del Sur contra Bella Vista en la cancha de Olimpo. A pocos metros de él está mi viejo, también hincha de Liniers, que me va relatando las vicisitudes del encuentro por mensajes de texto hasta que sentencia: “Chivo campeón!”. Tres años después mi viejo moriría sin imaginar que ese compañero de tribuna se iba a convertir en un goleador implacable de la selección campeona de América y del mundo.
Como mi viejo en los cincuenta y como Lautaro en los dosmil, yo también —en los ochenta— aprendí a jugar el fútbol en Liniers: en una clase de la escuela polideportiva nos enseñaron a pegarle a la pelota “con el empeine” y a la clase siguiente escuché que otro pibe, señalándome a mí, decía “ese es el que hizo un golazo con el empeine”. Anoche, cuando Lautaro metió el suyo, me acordé de aquel gol y también de mi viejo. Aguante el Toro de Alem 1089 y meter goles inolvidables con el empeine.
En sus Meditaciones metafísicas de 1641, el filósofo racionalista francés René Descartes escribió la máxima “Je pense, donc je suis”, que se tradujo al latín como “cogito ergo sum” y al español en dos versiones: “pienso, luego existo” y “dudo, luego existo”. (Más que como “después”, el “luego” de la traducción debe ser entendido como “por lo tanto”).
Desde hace varios años, unos hinchas oriundos de Zárate y Zona Norte cuelgan en nuestro alambrado una bandera que reza: “Soy de Excursio, luego existo”. Quienes desconozcan el sentido de la frase original podrán interpretar una acepción alternativa, relacionada a un orden de prioridades (“primero Excursio, luego todo lo demás”), pero si seguimos la lógica cartesiana la entenderemos correctamente: “Soy de Excursio, por lo tanto vivo”. Ser de Excursio funciona acá, entonces, como identidad vital y a la vez como confirmación empírica de la propia existencia.
El parafraseo de la bandera de Excursio no refuta el sentido de la frase de Descartes, pero sí trastoca su composición formal. Lo que en el filósofo es racionalidad (“pienso”, “dudo”) en el trapo es sentimiento (“Soy de Excursio”; la pasión indescifrable e irracional como rasgo identitario); lo que en el francés es exaltación de la duda (“dudo”), en la enseña es celebración de la certeza (“soy”).
En el siglo XVII Descartes utilizaba el enfoque filosófico de “la duda metódica” para examinar todas las creencias y llegar a la conclusión de que la única certeza indudable es la existencia del propio sujeto pensante.
Cuatro siglos más tarde, los hinchas de Excursionistas llegamos a la conclusión de que nuestra única certeza es la pasión por sus colores; una suerte de Eros entendido como el amor que trasciende lo físico en búsqueda de lo eterno y lo verdadero. Todo lo demás puede ser volátil, efímero o pasajero, pero aun en los momentos de mayor oscuridad siempre brilla para nosotros una certeza indudable: Somos de Excursio, luego existimos.
Soy Ignacio Molina. Escribo y doy talleres literarios, entre otras cosas. Me podés encontrar en Instagram: @ignacio._molina, y en Facebook con mi nombre. Mis últimos libros fueron publicados por @falsotrebol_ed y por Gárgola.
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