Un amigo me contó que trata de no ir a fiestas de cumpleaños porque, a pesar de sus esfuerzos, no puede evitar emocionarse hasta las lágrimas cuando todos cantan el cumpleaños feliz.
Un amigo me contó que cuando terminó la secundaria su papá le dijo que si no estudiaba ninguna carrera universitaria tenía que irse de la casa y entonces él caminó hasta la terminal de Retiro y se tomó el primer ómnibus de larga distancia que salía y estuvo viviendo y trabajando dos años en Asunción del Paraguay.
Un amigo me contó que terminó de enamorarse de su mujer, con la que ya llevaba saliendo ocho meses, cuando la vio hacer la plancha en topless en el agua medio sucia del estanque del campo de unos tíos.
Un amigo me contó que cuando su última novia lo dejó él volvió llorando a su casa y en una esquina agarró el celular y durante dos segundos pensó que tenía que llamarla para contarle lo que le había pasado.
Un amigo me contó que su primera aproximación al erotismo fue ver a la hermana de un amigo levantarse la remera para ponerse desodorante de bolilla en las axilas.
Una amiga me contó que su novio le mandó una foto hot y que ella abrió el chat mientras manejaba su auto con el teléfono puesto en modo gps junto al espejito retrovisor y que entonces su papá que viajaba al lado vio fugaz y nítidamente “la anaconda” en primer plano pero siguió tratando de hablar del perro familiar como si no hubiera pasado nada mientras ella se esforzaba por no chocar.
Una amiga me contó que cuando ve construcciones que la hacen pensar en un tetris o en algún otro juego de encastres le dan muchas ganas de ir al baño.
Una amiga me contó que en una fiesta de casamiento a la que había ido con su novio besó en los labios a otro hombre y cuando su novio fue a preguntarle enojado qué estaba haciendo ella le dijo que el culpable de todo era él por no haber hecho nada para impedírselo.
Un amigo me contó que en el ascensor de su edificio se cruzó con una vecina que llevaba en brazos a un bebé muy chiquito y le salió preguntarle “¿es nuevo?” y que ella nunca más volvió a saludarlo.
Una amiga me contó que su mamá se puso a llorar de la emoción cuando ella le contó por teléfono que había perdido la virginidad.
Un amigo soltero me contó que tiene una vida sexual muy activa pero que siempre hace lo posible para que su ocasional pareja no se quede a pasar toda la noche en su casa porque a él le cuesta conciliar el sueño si no abraza a su peluche.
Un amigo me contó que hasta los diecinueve años no jugó al fútbol ni a ningún deporte de contacto porque sentía que su cuerpo era de vidrio y que ante el menor golpe se iba a resquebrajar.
Una amiga me contó que la excitan cosas extrañas como el olor a lavandina y la palabra conglomerado.
Un amigo me contó que de muy joven, cuando empezó a hacerlo, prefería tocar tetas con corpiño que tocar tetas sin corpiño porque en el último caso se quedaba paralizado y no sabía bien qué más hacer con ellas y sentía que estaba sosteniendo globos de agua con guantes de médico.
Un amigo me contó que una de las cosas que más le gusta de su novia es lo que ella denomina “nariz de chanchito” pero que no se lo dice muy seguido porque tiene miedo de que ella piense que la está cargando.
Un amigo muy alto me contó que cuatro o cinco veces se acostó con una chica que en esas ocasiones le decía: “qué grande la tenés”. Después dejaron de salir pero cada vez que se cruzaban (tenían amigos en común) ella le decía, con un tono equidistante entre el asombro y la molestia: “qué alto que sos”. Mi amigo me contó que la primera vez que ella le dijo eso él no le dio importancia; la segunda vez se molestó un poco por la insistencia, y la tercera vez directamente se fastidió. Pero a la cuarta vez se dio cuenta de que decirle “qué alto que sos” era la nueva forma que había encontrado ella de decirle, por otros métodos, “qué grande la tenés”, y a partir de entonces se hicieron amigos.
Soy Ignacio Molina. Escribo, edito libros y coordino talleres literarios, entre otras cosas. Me podés encontrar en Instagram: @ignacio._molina. Y podés conseguir Nueve versiones de Borges, mi último libro, en las librerías Cúspide, entre otras, en la web de la editorial, clickeando acá, o preguntándome a mí respondiendo a este mail.
¡Hasta pronto!
🙋♀️📚💪🇦🇷✌️💚❤️💜