Una estrella rota en la punta de la cruz
Sinestesia Salvaje es un diario sobre cosas que leo, miro y escucho. Esta semana, entre otras: acciones repudiables en colectivos, audios de Spinetta, contestadores, Pil más allá del bien y del punk.
LUNES
Viajo en un 59 al Centro por cuestiones laborales. El colectivo avanza lento por Las Heras y la atmósfera en su interior es húmeda y pesada. Casi sin que nos diéramos cuenta el transporte público fue retomando el ritmo cotidiano que tenía hasta febrero del año pasado. No me molesta el viaje semanal que debo hacer en el 166 por Juan B. Justo hacia el oeste, porque voy o vuelvo charlando con mi hijo y además el coche nunca va tan lleno y el paisaje me resulta más atractivo, pero los viajes al Centro me cuestan cada vez más: sensaciones de encierro, de agobio, de pérdida de tiempo. Para tratar de combatir ese malestar hago una lista mental de acciones repudiables que pueden verse en un colectivo:
-viajar de pie sin sacarse la mochila de la espalda
-cerrar o abrir una ventanilla sin preguntarle a la persona que va al lado si está de acuerdo
-hacerse el dormido o la dormida al sentir la obligación moral de ceder el asiento
-mentir “no tengo crédito” cuando alguien te pide si le prestás la Sube
-no aceptar los veinte pesos que quiere reintegrarte la persona a la que le “prestaste” tu Sube (lejos de ser una buena acción esto atenta contra la fluidez natural de eso que siempre debería ser una transacción y puede clausurar la posibilidad de futuras ayudas)
-pedir una Sube prestada y no reponer los veinte pesos a quien te la presta
-querer hacerse amigx del conductor sin su consentimiento
-pelearse con el conductor
-prenderse al timbre
-ceder el asiento a una mujer que te pareció que está embarazada pero en realidad no está embarazada (esto, más que repudiable, resulta un tanto bochornoso)
-hacer el papel de justiciero o justiciera pidiendo el asiento para alguien que acaba de subir y criticar a los que no reaccionan al instante
-charlar en vivo o por teléfono en voz demasiado alta
-intervenir a través de gestos o miradas en conversaciones ajenas
-escuchar música sin auriculares
-robar celulares billeteras o cualquier bien material
MARTES
Youtube me recomienda el audio de unos mensajes dejados por Luis Alberto Spinetta en el contestador automático del diseñador gráfico Mario Franco, en los que le pasa datos burocráticos para que incorpore a las cubiertas de los discos, casetes y cedés (el título dice que los mensajes son de 1985 pero supongo que debe ser de principios de los 90 ya que en el 85 aún no existían los cedés) y retándolo por no haber ido a buscar “el diapositivo y la placa” a una imprenta de la calle Perú. Dicen que a Spinetta le gustaba el Dr. Tangalanga; escuchando estos mensajes ese dato no llama la atención.
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MIÉRCOLES
El lunes escribí que una de las acciones repudiables en los colectivos es pelearse con el conductor. Y ahora recuerdo que alguna vez yo merecí ese repudio. Copio la crónica de aquel día de marzo del 2018:
Hoy me peleé con un colectivero. Después de esperar media hora un 151 para llevar a mi hijo al médico la máquina no leyó mi Sube. El chofer me miró con mala cara, hizo pasar a los demás pasajeros y me pidió que volviera a probar. Volví a probar y nada: se había desmagnetizado la tarjeta, o algo así; a la mañana la había cargado con doscientos pesos y la había usado en el subte. Después de intentar tres veces más le dije al chofer:
–Bueno, no hay caso, ¿puedo pasar, no?
–No, no podés pasar. Bajá y fíjate si te funciona en el coche que venga después –me respondió, con ese tono.
–¡Naaa, no me podés hacer bajar! –le dije, ya calentando turbinas–. Hace media hora que estoy en la parada, llego tarde al turno con el médico del nene, no me podés decir que baje…
–Y bueno… –me dijo el flaco–, yo no te puedo hacer viajar gratis.
“No te puedo hacer viajar gratis”. Con eso ya me calenté en serio.
–No, papá, ¿te estás escuchando? Me estás hablando como si fueras el dueño de la empresa, cuando sos un empleado… ¿Está tu patrón acá? –miré a mi alrededor–. ¿Alguien te va a retar por dejar pasar a alguien a quien no le funciona la Sube…?¿O compraste acciones del 151 y estás cuidando tus intereses?
–No podés pasar… yo no soy una sociedad de beneficencia.
–Bué, seguís hablando como el dueño, papá…
–No te puedo dejar pasar. Si no anda la tarjeta no es culpa mía. Es un problema tuyo.
–Naaa, no es un problema mío, es un problema de la máquina o de la tarjeta, sabés bien que a veces las tarjetas se desmagnetizan. Hoy la cargué y la usé a la mañana… No me podés dejar a gamba con el nene cuando te digo que estamos yendo al médico, papá –se ve que cuando me enojo con un desconocido le digo mucho “papá”–. No es que me quiero colar, si se pudiera en efectivo lo pago… Podrías ser un poco solidario con otros trabajadores como vos…
–No, no soy solidario –me provocó, y entonces, cuando ya me estaba por sacar definitivamente, una señora y una chica me ofrecieron su tarjeta.
–Por favor aceptala –me dijo la señora.
Yo la acepté y la pasé, le agradecí, le di veinte pesos y caminamos hasta el fondo.
Quince minutos después, antes de bajar en una esquina, le grité al chofer desde al lado de la puerta:
–¡Chau, carnero, seguí cuidando a la patronal eh… actuás como un empresario garca cuando sos un trabajador como yo!
Mi hijo primero se enojó un poco, porque según él lo había hecho pasar vergüenza en público, pero más tarde me dijo que había estado bien. Yo me afligí bastante porque no me gusta discutir con desconocidos, pero la escena del esclavo dando la vida por el amo me subleva.
JUEVES
En Youtube hay más mensajes de Spinetta en contestadores automáticos. Este video recopila una serie de mensajes dejados a su amigo y ex compañero de Invisible Machi Rufino, a quien le recuerda en todos los audios (que en aquella época no se llamaban audios) su extraño paso por la Armada Argentina en los sesenta. La temática me lleva a recordar Ni una sola palabra de amor, un corto hecho en el 2013 por El Niño Rodríguez en base a unos mensajes, dirigidos de una tal María Teresa a un tal Enrique, que encontró en un viejo contestador comprado en el Mercado de las Pulgas.
En el primer comentario del video hay una reseña muy certera de una chica llamada Agostina Serrano: Es genial este corto, por dos o tres cosas, diría María Teresa. Ella tiene tanto para decir, tantas cosas por las cuales quejarse y reclamar, que uno espera que se las pueda decir a Enrique, y cuando finalmente él le contesta, todo lo dicho queda perdido en el pasado, porque a penas puede esbozar unas palabritas- parece que le era más fácil hablar con el aparato- ante su aparición. Es increíble toda la historia que ella se arma ante los silencios de Enrique (algo que hacemos todos ante los silencios) y cada vez las complica más y se presentan caóticas. El paso de las horas, la desesperación, la bronca, la manipulación, la locura, la derrota, que finalmente desemboca en una conversación con el sujeto en cuestión, que no dice demasiado, que se queda "corto de palabras" y uno termina por creer que ella, al fin de cuentas... no estaba tan loca. Es verdaderamente genial la actuación de Andrea, que realmente se convierte en María Teresa. Bien por el Niño Rodríguez al poder contar esta historia de amor en la que todos fuimos o somos, ella y él.
VIERNES
En 1976, en el disco de Invisible El Jardín de los presentes, Spinetta y Machi Rufino grabaron una de las canciones más lindas de la historia argentina: El anillo del capitán Beto, que tiene que ver con un conductor de colectivos y que según Spinetta es una historia con una gran carga folklórica, pero ojo, folklórico en lo que se refiere a vivir en una ciudad como Buenos Aires. Y creo que pocas cosas son tan características de esta ciudad como los colectivos: la forma de decorarlos, su estructura, hacen que sea un automóvil muy especial. Detalles de construcción como la puerta hidráulica y todos esos fatos son genialidades argentinas... Un tipo se larga al espacio con una nave que se hace construir en Haedo. Comienza el viaje y durante 15 años recorre el espacio. Se supone que en su travesía lleva involucradas todas esas cosas que hace, en última instancia, que esté mas allá de la muerte. Está más allá de todo, pero parecía que el capitán Beto en cierta forma comienza a extrañar la muerte, como un ser humano que no puede desprenderse de ella. Es entonces cuando deposita su fe en un anillo que por sus poderes lo protegerá de todo. Pero Beto se equivoca pues su anillo lo protege de todo menos de la tristeza. Es en ese momento que Beto decide volver a su infancia...
SÁBADO
A la mañana me entero de la muerte de Pil. La noticia me sorprende y me entristece. Cuántas horas de mi adolescencia y de mi juventud habré pasado escuchando sus canciones. Cuánto habrán influido en mí su música y sus letras y su forma de cantarlas. Cuántas veces me habré lamentado de no haber tenido la edad suficiente para ir a los primeros gigs punks de principios de los ochenta, todavía en dictadura. En 1992, cuando me mudé a Buenos Aires con parte de mi familia, vivíamos en la calle Juncal, a la vuelta de lo que hasta diez años antes había sido Le Chevalet, el mítico restaurante francés donde, después de medianoche, tocaban bandas como Los Violadores y Los Laxantes. Cuando pasaba frente a ese lugar, que ya se había convertido en un hotel, trataba de imaginar cómo habría sido estar ahí una década antes. En mi novela Los puentes magnéticos me inspiré en la historia de ese restaurante para narrar el amor entre una chica y un chico punk de aquellos inicios y su reencuentro casi treinta años más tarde. Ahora vivo en Luis María Campos y Lacroze, a la vuelta del auditorio de la Universidad de Belgrano donde Los Violadores tocaron en el invierno de 1981 y fueron detenidos por la policía para ser golpeados durante toda la noche en la comisaría 33. Hace unos años leí con avidez Más allá del bien y del punk, el libro que Pil escribió junto a Juan Carlos Kreimer, también autor de Punk, la muerte joven. Pil no murió tan tan joven (tenía 62 años), pero le quedaba mucho por vivir y seguía brillando en los escenarios como cuando tenía 25 (ver, por ejemplo, este video en el que ya acercándose a los sesenta años destila una actitud y una onda absoluta interpretando Casa roja, una de sus mejores canciones de los últimos tiempos, junto al bajista Tomy Loiseau, fallecido durante un recital de su banda Mamushkas en diciembre del 2019).
Al abrir Facebook lo primero que me aparece es la publicación de Stuka, su amigo y compañero musical histórico. Después de estar peleados durante mucho tiempo ellos reunieron a Los Violadores hace cinco años para tocar en el Luna Park y en un par de lugares más, pero en esa aventura volvieron a pelearse y desde entonces cada tanto se tiraban dardos envenenados a través de las redes sociales. Ahora Stuka escribe:
No sé qué decir, hacer o pensar, se fue el compañero de la vida, el partenaire de las mejores y más gloriosas batallas. Espero que tengas lo que te mereces en el más allá… del bien y del mal. Mis sinceras condolencias para Claudia y para Ian. QEPD Enriquito querido!!!
Pienso que sus palabras son muy lindas pero también pienso que es muy triste que haya hecho falta la muerte para transmitir esa emoción y ese cariño y que hayan terminado peleados y que se hayan perdido de compartir un montón de cosas mientras ambos estuvieron vivos por cuestiones, supongo, totalmente banales. Habría que aprender a convivir mejor con la conciencia de la finitud; tendríamos que aprender a vivir y a transmitir los sentimientos como si fuéramos a morirnos la semana que viene.
DOMINGO
El músico Saúl Díaz de Vivar en Instagram:
El problema no es la muerte. Desde el día que nacemos, la única certeza que tenemos es que vamos a morir. Todos mueren, muy pocos saben vivir.
Soy Ignacio Molina. Escribo y doy talleres literarios, entre otras cosas. Me podés encontrar en Instagram: @ignacio._molina, y en Facebook con mi nombre. Mis últimos libros fueron publicados por @falsotrebol_ed.
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La imagen de esta semana es una foto de la barra del histórico bar San Bernardo de Corrientes al 5400, Villa Crespo, donde el viernes fui invitado al festejo de un casamiento:
Hasta la semana que viene…